Sobre el nuevo período genocéntrico


El camino que abrió Darwin nos ha conducido a la sustancia genética (al ADN). Este descubrimiento nos hace pasar (a todos los grupos humanos) del fenocentrismo al genocentrismo. El centro se ha desplazado de la criatura al creador (de los fenotipos a los genotipos). La sustancia genética es la única sustancia viviente (‘viva’) en este planeta. Nosotros, pues, no podemos ser sino sustancia genética. Esta ‘revelación’ (esta
auto-gnosis) ha partido en dos nuestra historia sobre la tierra. Todo el pasado cultural de los humanos ha resultado arruinado, vacío, nulo... La ilusión antropocéntrica que nos ha acompañado durante miles de años se ha desvanecido. Se ha producido una mutación simbólica (en orden al conocimiento y a la conciencia de sí como sustancia viviente única); el cariotipo humano entra en un nuevo período de su devenir.

Esta aurora, este nuevo día cuyo comienzo presenciamos, alcanzará en su momento a todos los pueblos de la tierra. Pueblos, culturas, tradiciones, creencias… todo lo ‘humano’ desaparecerá. Viene una luz (un saber, una sabiduría) tan devastadora como regeneradora. Esta regeneración del cariotipo humano en el orden simbólico tendrá sus consecuencias. En un futuro no muy lejano hablaremos, pensaremos, y actuaremos, no como humanos sino como sustancia viviente única.

No hay filósofos aún, ni poetas, ni músicos, ni científicos… para este período genocéntrico que inauguramos. No hay nada aún para las nuevas criaturas, para la sustancia viviente única –en
esta nueva fase de su devenir. Nos queda la elaboración de una cultura, de un ‘mundo’ nuevo (digno de la naturaleza de nuestro regenerado, de nuestro recuperado ser). Queda todo por hacer.

domingo, 17 de diciembre de 2017

168) Catalunya, Catalunya über alles


Catalunya, Catalunya über alles


Manu Rodríguez. Desde Gaiia (17/12/17).

 

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*La caricaturización, la deformación, la estigmatización del otro… El suprematismo y el racismo anti-españolista en Cataluña. Cataluña ha devenido el territorio del odio y de la sinrazón (como otrora el País Vasco).
La siembra del odio; del odio que ciega, que aturde, que confunde, que embrutece. ¿Quiénes son los responsables de este  nacionalismo ofensivo y excluyente que ha convertido a buena parte de los catalanes en un puñado de catetos, de chovinistas, de provincianos (lo ‘nuestro’ es lo mejor)? No, no eran tan listos ni tan estupendos estos catalanes cuando se han dejado atrapar por el discurso más estúpido, regresivo y reaccionario que circula por nuestros lares. Han perdido todo el prestigio que, merecidamente o no, se les atribuía. Han quedado desnudos en su vileza, y en su necedad.
Tienen suerte los vascos y los catalanes en tener por vecinos a pueblos nobles como los cántabros, los asturianos, los gallegos, los riojanos, los aragoneses, los castellanos, los andaluces, los extremeños… a pueblos que perdonan y olvidan los constantes maltratos recibidos. En el País Vasco y en Cataluña, y sin motivo, se nos odia, se nos ridiculiza, se nos ofende… Somos los pueblos del resto de España los que tendríamos que sentirnos agraviados por el trato injusto y despreciable que recibimos por parte de catalanes y vascos, y desde hace mucho tiempo.
*Los independentistas catalanes ha tiempo que sacrificaron la verdad en su camino hacia el poder. Y no sólo sus políticos o representantes, también sus votantes o partidarios. Con un pésimo resultado, y es que sus mentiras, infundios, insidias, difamaciones, calumnias, falsos testimonios, tergiversaciones y mixtificaciones… su mala fe, su juego sucio, en definitiva, ha mancillado y desprestigiado al completo pueblo catalán. Para el independentismo catalán no hay barreras, todo vale. Con la fatal estrategia seguida para la consecución de sus deseos han conseguido que, a los ojos al menos del resto de los españoles, la imagen de los catalanes se haya deteriorado quizás irreversiblemente, ahora se le tiene por un pueble carente de nobleza, de veracidad, de honradez, de fiabilidad; un pueblo indigno, miserable, sin moral, sin honor, sin pudor, sin vergüenza; un pueblo que, cegado por su ambición de dominio, ha perdido el camino, el respeto por sí mismo, el sentido –el ‘seny’. No hay duda que les llevará tiempo el limpiar la horrible imagen que están dejando, el recuperar la confianza del resto de los pueblos de España. Y esto afecta, lamentablemente, a los catalanes que no han seguido este camino de deshonra colectiva, de envilecimiento colectivo. Nos lo han puesto muy difícil, ¿cómo discriminaremos, el resto de los españoles, entre unos y otros; cómo sabremos en quién confiar y en quién no confiar?
*Los avatares del totalitarismo en la península ibérica. El resurgir de los decimonónicos nacionalismos vasco y catalán. Estos nacionalismos estuvieron sojuzgados durante el periodo del nacional-catolicismo español (el franquismo) –que todos los pueblos de España padecimos. Con la muerte del dictador y la llegada de la democracia llegó también la hora de la revancha para vascos y catalanes. Para estos, y desde entonces, el enemigo no era ya, obviamente, la dictadura franquista, sino el nuevo Estado (democrático) español, e incluso los mismísimos españoles (los no catalanes o no vascos). A estos (los no ‘yo’, los ‘otros’) se les podía (y se les puede) degradar, insultar, golpear, e incluso matar (véase el caso vasco). No perdamos de vista la pedagogía del odio a lo ‘español’ (así, sin más), en el País Vasco y Cataluña, en  la enseñanza, en los medios de comunicación, en la calle, en todas partes. No olvidemos los ‘dichos’ contra los españoles de Sabino Arana, el padre del nacional-catolicismo vasco. No olvidemos tampoco el anti-españolismo de Heribert Barrera, y tantos otros, en Cataluña. No olvidemos, finalmente, el uso de términos despectivos para calificar al resto de los españoles: ‘perros’ (txakurras en vasco y charnegos en catalán). Esto viene de antiguo.
No lo dudemos ni un instante, los movimientos nacionalistas vasco y catalán son movimientos totalitarios, son los herederos, los nuevos rostros del viejo totalitarismo ofensivo y excluyente.
*Los totalitarismos catalán y vasco no tienen un solo rostro, están representados por partidos conservadores, progresistas, y revolucionarios o de ‘izquierda’ tanto en el País Vasco (y Navarra), como en Cataluña. Los conflictos internos entre estos partidos están de momento aminorados debido al enfrentamiento con el Estado español.  Lo primero es la independencia, la creación del Estado independiente, de la nación o país. El logro de la independencia es lo único que les mantiene unidos. Si alguna vez consiguieran la independencia tendríamos guerra interna entre las facciones nacionalistas, de esto no cabe la menor duda. Es, pues, la lucha por la independencia y contra el ‘enemigo exterior’ (España y los españoles) lo que ha impedido hasta ahora el que se desgarren entre ellos. Bildu, los herederos de la antigua Batasuna (y ETA), sueña con un Estado ‘socialista nacional’ (atiéndase a las resonancias estalinianas), y la CUP catalana nos recuerda al nacional-bolchevismo alemán. No hay nada nuevo. Los tibios o conservadores, el PNV vasco y la antigua Convergencia catalana, e incluso la muy progresista Esquerra, tendrán que habérselas en su momento con los ‘revolucionarios’ de Bildu (caso vasco) o la CUP (caso catalán). Bolcheviques contra mencheviques. Repetirán una vieja historia, ahora, ya, en clave de ‘farsa’.
Hablamos de los conflictos entre nacionalistas, pero, llegado el caso que lograsen la independencia, ¿cuál sería el destino de los ‘otros’ en el País Vasco y Cataluña? Estos ya han sido silenciados, ‘vaporizados’, han desaparecido de los medios de comunicación nacionalistas, carecen de presencia, de voz –como si no existieran. ¿Qué sería lo próximo?
Las prácticas ofensivas y excluyentes de los nacionalismos vasco y catalán los retratan como los herederos del peor totalitarismo del pasado. No nos engañemos al respecto. No hay otro totalitarismo en la actual España que los movimientos nacionalistas vasco y catalán (ya católicos y conservadores, ya estalinistas o ‘revolucionarios’).
*No debemos olvidar que la riqueza económica e industrial de la que gozan en la actualidad Cataluña y el País Vasco tienen su origen en la política económica del viejo dictador, que les favoreció particularmente –en detrimento del resto de las regiones de España.  Esto tuvo como consecuencia la forzada emigración de andaluces, castellanos, gallegos, aragoneses, extremeños y demás hacia las regiones favorecidas –allí donde fueron tratados, como todos sabemos, como ‘perros’. Es al viejo dictador, pues, al mismísimo Franco, al que le deben agradecer su actual ‘ventaja’.  Los privilegios, por desgracia, no terminaron con la muerte del dictador, los sucesivos gobiernos democráticos siguieron favoreciéndolos (acuciados por los criminales atentados, las amenazas, el chantaje…), prosiguieron alimentando su soberbia, fortaleciendo su ‘monstruosidad’…
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Hasta la próxima,
Manu

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